Argyle: historia de un calcetín y unos rombos.

Ser descendiente del tartán no es cosa fácil. Cientos de años a los que honrar.

Ser tataranieto del Clan Campbell es motivo suficiente para resistir al tiempo. 

Era el siglo XVII, y en nuestra casa de Argyll, todos los calcetines eran de tela tartán cortada al bies, sólo así se adaptaban a los pies y se ajustaban a las piernas. Por eso, por estar al bies, los cuadros del kilt se convertían en rombos. 

En esos momentos toda la familia vivía en las montañas del oeste de Escocia. Ya entonces tenía ADN de lana, y no era para menos, el frío y la lluvia era una constante junto a las batallas. Siempre fuimos escondite de dagas, aunque esto era más típico de nuestros primos del norte. 

Argyle 1

Por suerte, las luchas no duraron para siempre, así que, había más tiempo para otras cosas, entre ellas: tejer. El punto empezaba a tener un hueco entre los otros tejidos de las prendas de vestir. No se puede negar que unos calcetines de punto son más calentitos y cómodos que una tela que envuelva el pie.

El tejido tartán dio paso al tejido de punto, pero como no se puede ocultar la procedencia, el clan tenía que seguir presente, aunque las finas líneas de los cuadros se resistían a la nueva superficie. Había que adaptarse, simplificar el aspecto, reducir un poco la cantidad de lineas y compactar el color en la forma de los rombos. Aunque habíamos cambiado nuestro aspecto y nuestra estructura, seguíamos manteniendo la esencia de nuestros antepasados y su ADN.

Fuimos transitando entre mas batallas durante los años siguientes, de mano en mano, adoptando los colores de otros clanes. 

Argyle 2

Por fin estábamos listos para afrontar con nuevas expectativas, el siglo XX que acababa de empezar, pero lo hizo sin cambiar nada. Estuvimos en los pies de Escocia durante la Primera Guerra Mundial. Batallando como siempre. Pero un día, al final de la guerra, todo dio un giro de 180º. Empezamos a ser más y más de la mano de Pringle of Scotland, y ¿qué pasa cuando somos más?, pues que llegamos a más sitios y nos relacionamos con más gente. Empezamos a ser conocidos como los Argyle, una tribu invasora de pies que tenía muchos partidarios.

Aunque todos fuimos surgiendo de las manos de la tierra de Escocia, pronto la intarsia, nuestra estructura, no tendría secretos para las máquinas que reproducían nuestro característico rombo con una facilidad asombrosa. Este fue un momento clave, porque la familia de los jerséis se unió a la de los calcetines, Pringle of Scotland tuvo algo que ver en el asunto, porque consiguió llevar el rombo a la altura del jersey. Rombos arriba, rombos abajo, entramos en plena explosión popular.

Argyle 3

El rombo se expandió gracias al deporte y al Duque de Windsor. Era habitual vernos sobre todo en los campos de golf.

Es maravilloso tener amigos porque nos ven, ven nuestros rombos y… ¡nos quieren! Así fue como saltamos el Atlántico y enamoramos a las estrellas de cine que se rindieron a nuestros encantos. Deportistas y artistas formaban parte de nuestros fans. A lo largo de todo el siglo pisamos canchas y estadios uniformando deportistas y equipos. 

Ahora, ya entrado el siglo XXI, podemos presumir de que también nos paseamos por las pasarelas de moda de todo el mundo.

Ya no hay vuelta atrás.

Ya somos parte de la cultura popular. Ahora formamos parte de la vida de cada uno de vosotros y estamos en vuestros armarios llenos de colores que nada tienen que ver con los colores de los clanes y apenas recordamos los tiempos de batallas, de frio y barro en lo alto de las montañas de Escocia.

Argyle 5

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